3º Edición. EDUCAR EN POSITIVO Y CON INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL AULA

Los últimos meses del curso siempre son los más complicados. Empieza a hacer calor, estamos todos más cansados, nuestros peques mucho más revolucionados, nos entran las prisas por llegar a todo y por llegar a tiempo y, además, nuestros alumnos y alumnas ya no son los que empezaron en septiembre. En todos estos meses se han transformado. Y tú también.

Las necesidades son diferentes. Las suyas, las tuyas y también las de la situación. Todo lo que funcionaba antes parece que ya no funciona. Te cuesta llegar a ellos. Y te cuesta conectar.

Se acerca el final de curso y, con él, de manera consciente e inconsciente, un sinfín de emociones, muchas veces encontradas, que nuestros niños y niñas no pueden gestionar.

Y a ti, docente. Maestra o educadora, te desbordan en muchas ocasiones porque en tu formación nadie te enseñó, nadie te mostró cómo acompañar el desarrollo emocional de tus alumnos.

A mí también me pasaba.

Empezaba cada día con mucha energía y lo acababa completamente desgastada.

Me sentía desbordada cada día, con la sensación de ser una bruja, un sargento o un ogro, todo el día dando órdenes, regañando, gritando en algunas ocasiones, discutiendo, amenazando con castigos, chantajeando con premios, utilizando el tiempo fuera “para no castigar” (como si el tiempo fuera no fuese ya un castigo por sí mismo)… ¿Y todo eso para qué? PARA NADA, PORQUE YA CASI NADA FUNCIONABA.

Para aquella época ya había empezado mi formación en Educación Emocional. Utilizaba cuentos, hacía ejercicios de relajación, tenía un rincón de la calma, hablaba de las emociones en el aula… ¡Tampoco funcionaba!

No funcionaba porque yo estaba empeñada en que eran mis alumnos los que lo estaban haciendo mal, los que tenían que cambiar… Hasta que entendí que ninguna de esas estrategias, ideas, actividades o propuestas serviría de nada si no me centraba antes en lo más importante: MI ACTITUD.

Así que empecé a cuestionarme todo el sistema, todo lo que había aprendido en la Universidad sobre las relaciones con los niños y niñas (bastante poco, insuficiente y muy, muy desactualizado, por cierto) y me di cuenta de lo MUCHÍSIMO QUE NOS QUEDA POR APRENDER.

Seguí formándome en Atención a la Diversidad, Mindfulness y Gestión Emocional, Autoestima y Psicología Positiva. Me especialicé en Educación Emocional y me certifiqué en Disciplina Positiva en el aula, en primera infancia, en la familia como el otro de los pilares más importantes para la educación y en la pareja como base de las relaciones familiares.